La ciudad de La Paz tiene su propio encanto por las noches, las calles angostas se fusionan con las modernas construcciones.
La Noche Paceña
Encuentro atractiva la noche porque expresa lo oculto y negado durante el día. La noche paceña se vive en las calles mientras los diurnocentristas descansan en privado en sus hogares, la ciudad se puebla de los seres de la noche y al recorrer las calles durante la noche, uno se encuentra con todos estos noctámbulos. Ellos circulan, caminan y ocupan las arterias y plazas de la ciudad, van agrupándose alrededor de los boliches y también donde no parece haber ninguno.
La noche de La Paz, comienza con la escasez de luz diurna, aunque su auge es posterior a la medianoche. Los bares, night clubs y discotecas son fundamentales para conocerla: desde la Av. 6 de agosto hasta el Cementerio y Villa Fátima, uno recorre lugares de todo tipo, siempre llenos de gente afuera cuando son boliches para jóvenes y, cuando no es así, es un boliche para viejos. Con todo y todo, las luces de colores que pretenden prolongar el día en la noche, son el elemento llamativo de la noche paceña, aún cuando solo se trate de un foco rojo.
La gente que ronda la ciudad por la noche, es diversa y ocupa territorios paceños enmarcados en el tradicional accionar cotidiano de esta urbe. Por la Plaza Abaroa, el Atrio de la UMSA, la fuente del Prado y las calle que las unen, son los jóvenes los ocupantes, con sus atavíos nocturnos, ellos expresan su poder sobre este espacio durante las noches, sobretodo durante aquellas de fin de semana. Subiendo por la Pando hacia la Eguino las discotecas de moda y los jóvenes que las rodean, se entremezclan con los comerciantes que no renuncian a la noche como tiempo de trabajo, de ambos espacios sale a borbotones la música cumbia que ya forma parte de este escenario. Más arriba, subiendo por la Tumusla estas mismas escenas se repiten con alguna pelea tempranera en frente de la seccional de la policía que se convierte en una gran masa de espectadores.
Recorriendo rutas como la Avenida de las Muñecas, hoy llamada Av. De las Magníficas (en homenaje a las modelos autodenominadas así) uno se encuentra con aquellas mujeres que enarbolan esta identidad visual y de género aunque su identidad sexual las contradiga. Pancho, el radiotaxista que nos condujo por la noche paceña, habla de ellas mencionando que son los “viejitos” quienes las prefieren. En la Kennedy el ambiente se torna aún más femenino y de carácter heterosexual, con abundantes “Alojamientos” donde los noctámbulos pueden pasar sus noches de amor comprado. Transitando por Villa Fátima la diversidad de los boliches apabulla por su proximidad unos a otros, y por las historias de asesinatos que recubren más de uno de estos lugares.
La noche por el centro de la ciudad, por el Prado, la Plaza Abaroa y Sopocachi, parece tener menos bullicio que la de la zona Cementerio o la de Villa Fátima, muchos radiotaxistas opinan, sin embargo, lo contrario: Los jóvenes son vistos con recelo y con una fuerte inclinación al consumo de drogas. Las discotecas que frecuentan son llamadas antros, sobretodo aquellas a las que relacionan con una actividad sexual; de hecho los radiotaxistas practican un voyeurismo disimulado al recorrer la noche en busca de pasajeros. Conocedores empíricos de las actividades nocturnas afirman que las relaciones sexuales en vía pública y en los autos son frecuentes y harto observadas por estos trabajadores, siendo, muchas veces, sus coches los espacios de estos encuentros.
La noche con sus personajes y sus espacios envuelve pues a la sociedad paceña que a pesar de negar estos elementos, escudándose tras la imagen de una sociedad tradicional y conservadora, vive una noche de destape y fiesta, de total oposición a las actividades diurnas y tiene testigos importantes de ello. Los conductores y comerciantes nocturnos conocen esta noche y conocen las noches privadas de sus clientes, son sus cómplices y muchas veces sus aliados, para nosotros son los guías de La Paz vivida de noche.
Luces y sombras componen la noche de la ciudad de La Paz, así como inmensos carteles luminosos de telefonía relucen sobre los edificios, como si estuviesen colgados en el aire, así también los callejones, pasajes, desniveles y gradas, que son tan típicas en ésta ciudad gracias a su compleja geografía, se sumergen en tenues oscuridades.
La noche paceña comienza en invierno a las seis y en verano a las siete, las calles del centro se vuelven una mezcla de bocinazos, de taxis, minibuses, micros y trufis, focos de kioscos callejeros de salchipapas, revistas y cds piratas, comerciantes ambulantes y peatones que se desplazan por las arterias citadinas bajo las anaranjadas luces de los postes eléctricos y rodeados de anuncios luminosos de farmacias, estudios fotográficos, tiendas de ropa, cines y locales nocturnos.

Desde la Plaza Abaroa hasta la Garita de Lima, desde la 21 de Calacoto hasta Villa Fátima, desde la Fuente del Prado hasta la Pérez Velasco, la noche paceña es el reflejo de varios mundos que se revelan en la ciudad, es el tiempo donde se descubren secretos, se transgreden normas y se diluyen tabúes. Especialmente los fines de semana que se inician los viernes por la noche y se prolongan hasta la madrugada del domingo, la noche paceña se torna en un escenario turbulento, una pasarela de modas y un refugio contra las perturbaciones rutinarias, la juventud se apodera de los boliches, las calles y las plazas de la ciudad, la cerveza, los tragos, los puchos y otras cosas más circulan de mano en mano, las pintas se abigarran y despiertan sensualidades, la música hace vibrar los bares, night clubs, discotecas y también algunos automóviles, las melodías son diversas así como los ritmos: cumbia, rave, pop, hip-hop, rock, ska, salsa, sikuriadas, clásicos, latinos y una variedad de estilos que en su mayoría inducen al baile y provocan la euforia nocturna hacia la media noche.
La fría madrugada paceña anuncia la culminación de la noche, los jóvenes noctámbulos retornan a sus hogares, algunos lo hacen caminando otros en radio taxi, los últimos puestos de comida se van cerrando y el personal de limpieza va borrando las huellas que dejó la turbulencia nocturna.
Fuente: www.pieb.org/lanocheesjoven






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