La Paz, 24 Jun (Erbol).- La danza de la diablada fue declarada hoy por la Asamblea Legislativa como Patrimonio Cultural e Inmaterial del Estado Plurinacional de Bolivia.
El pasado 17 de junio, la ministra de Culturas, Elizabeth Salguero, propuso a la Asamblea Legislativa la aprobación de una ley que declare a la diablada como patrimonio cultural de los y las bolivianas.
Realizadas las gestiones, la Cámara de Senadores aprobó el pedido el sábado 19 de junio, mientras que hoy 24 lo hizo la Cámara de Diputados.
Salguero, enterada de la aprobación a su pedido, agradeció a los asambleístas e informó de la misma a la UNESCO, aprovechando que se encuentra asistiendo a la 35ava Sesión del Comité de Patrimonio.
La Ministra añadió que esta declaratoria incluye a la diablada, junto con los caporales, la kullawada, la llamerada, la morenada y la saya afro-boliviana, en un marco de protección y salvaguarda que les brindará de manera oficial el Estado.
Es válido informar que la diablada es una de las danzas bolivianas que ha exportado nuestro folklore a todas parte del mundo, la lucha entre las huestes de Satanás, el ejército del Arcángel San Miguel y la Virgen del Socavón ha llevado la presencia del país en su riqueza cultural a diversos escenarios mundiales y se ha convertido en una de las principales danzas del patrimonio cultural boliviano.
La diablada puede ser considerada entre las danzas más antiguas del país, ancestralmente se originó en las comunidades de los Urus, Muratos, Capillus y Chipayas, danza relacionada a su cosmovisión que adoraba al Dios que representaba tanto el bien como el mal, denominado como “Tiw”, con el tiempo dicho término “españolizado” derivó en “Tío”.
La danza al “Tiw” adoraba el carácter protector de su dios, especialmente en las profundidades de la tierra, como las minas, lagos, ríos, grutas, cavernas y abrigos rocosos. La danza de los diablos con el paso de los años, sincretizada con la visión católica impuesta por la presencia española en nuestro territorio, logra que el “Tío” se arrepientas de sus pecados, convertido en mito de diablo perfectible, se transforma en un devoto de la Virgen María, representada en la imagen de la Virgen del Socavón.
La diablada nace junto a las primeras manifestaciones culturales que dan origen a la fiesta del Carnaval Orureño, cuenta la historia que se trataba de una celebración indígena de carácter clandestina, en paralelo a la carnestolendas que en esa época llevaban adelante los criollos y españoles en la época previa, tres días antes, al inicio de la cuaresma católica.
Con el tiempo, estas expresiones culturales fueron consolidando su narrativa, al extremo de representar la lucha entre el bien y el mal, teatralizando un drama entre los diablos y Satanás en contra del Arcángel San Miguel y la Virgen del Socavón, construyéndose así un sincretismo tan profundo en el que la cosmovisión de los pueblos ancestrales se funde con al visión católica, tanto así que el diablo católico es también la representación del maligno en las culturas ancestral conocido como Supay y del dios de la montañas Wari, mientras que la Virgen del Socavón es la Madre Tierra, la Pachamama.
La diablada se convirtió en la imagen oficial del Carnaval de Oruro y este a su vez en la expresión máxima del folclore boliviano, tanto así que es considerada y declarada como Patrimonio Cultural dela Humanidad por la UNESCO y el baile típico del departamento orureño.
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