Con el cabello parado, mucho gel, un aro en la oreja izquierda y un “piercing” en la ceja del lado opuesto. Una muñequera, anillos plateados, jeans ajustados y unas zapatillas blancas. 

A veces gorra. Parece la descripción de un joven cualquiera que anda a la moda, pero en este caso se trata de Arnold Valencia Catorceno, un muchacho de 16 años de edad, estudiante del colegio nacional Bolívar que los domingos y feriados se gana unos pesos con el oficio de su padre: como lustrabotas.  

Arnold no le da mucha importancia a su actividad de “días libres” pero, junto con otros hijos y nietos de lustrabotas, se ha convertido en parte de la cuarta generación de lustradores de zapatos de la plaza 14 de Septiembre de Cochabamba, que se agremiaron en el año 1945.  

Pese a que es una especie de herencia familiar, el oficio resulta un poco incómodo para Arnold. “Al principio no quería venir, no me gustaba, me daba un poco de vergüenza que me vean mis compañeros”, reconoce el joven mientras lustraba un par de zapatos durante el feriado de la Navidad pasada.  

Sin embargo, la necesidad de generar un dinero extra para sus actividades personales superaron la incomodidad. Aunque sí tiene muy claro que este oficio no se convertirá en su profesión ni en su modo de vida para siempre.  

Su padre, Samuel, también lustrabotas, sueña con que su hijo encuentre otra profesión pese a que se siente orgulloso de la suya. “Me gustaría que estudie Derecho para que nos ayude”, dice. 

Elías Mamani: “Yo voy a ser el último lustrabotas de mi familia” 

“Mi hijo nunca ha tocado una escobilla. Yo voy a ser el último lustrabotas de toda mi familia”, sentencia Elías Mamani, uno de los más antiguos lustradores de zapatos de la plaza 14 de Septiembre y parte de la denominada “tercera generación”. 

Elías heredó el oficio y lo desarrolla desde hace más de 20 años, 15 de ellos en la esquina noroeste de la Plaza Principal. Él ayudó a que varios de sus colegas puedan lograr un sillón y el derecho de ejercer la profesión en este lugar.  

Pero aun cuando la actividad le permitió sustentar su hogar y garantizar que su descendencia estudie, Elías asegura que con él se terminaron los lustrabotas en su familia.  

Cuenta que su hijo mayor tiene 21 años y ahora estudia Derecho en la Universidad Mayor de San Simón. Mientras que su hija, de 20, egresó hace poco como auxiliar de enfermería.  

Elías dice que nunca permitió que su hijo pruebe suerte en su oficio porque tiene en mente una profesión para él y para su hija.  

Sin embargo, sabe su camino y asegura que debe seguir en el oficio que le ha dado estabilidad. “Voy a seguir hasta mis últimos días, hasta que Dios me dé valor”, dice. 

Los pioneros están en retiro y algunos ya fallecieron 

Con los pioneros ya en el retiro e incluso algunos fallecidos, los lustrabotas más antiguos que actualmente trabajan en la Plaza Principal de Cochabamba corresponden a una segunda generación.  

“De la primera generación sólo quedan don Augusto Fernández y don Humberto Montero, que se retiró hace poco”, cuenta Samuel Catorceno que lleva más de 20 años en el oficio y unos 15 trabajando en la 14 de Septiembre.  

Catorceno recuerda también cómo David Catorceno, Carlos Álvarez, Ricardo Vargas y Marcial Darrás que son parte de esa segunda generación, y ahora algunos de los lustradores más antiguos de la Plaza, llevan más de 30 años en el lugar.  

Sin embargo, quienes ahora se encargan de la organización, de las recomendaciones para los nuevos ingresos al gremio y conforman el grupo de mayor número, son los lustrabotas de la denominada tercera generación. 

 Entre ellos figuran Elías Mamani, Ángel Morales, Calixto Choque y Samuel Catorceno, que llevan ya entre 15 y 25 años trabajando en el mismo lugar. 

Justamente sus hijos y otros familiares, además de algunos jóvenes que trabajan de forma eventual conforman la cuarta generación de lustrabotas, que se puede ver trabajando todos los domingos y feriados. 
Opinión 03/01/2013

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