En El Alto, un gran mercado toma varias avenidas de la ciudad todos los jueves y domingos. Un universo de productos —entre usados, robados, rotos y nuevos— espera a los compradores.
Puedo encontrar armas de fuego en la feria?" Ante la pregunta, todas las miradas se vuelven esquivas. Nadie quiere descubrir uno de los grandes secretos del comercio clandestino del mercado. Sin embargo, entre el rumor de los que no quieren convertirse en delatores, se oye un susurro. "Si usted las busca, las encuentra. Sólo tiene que fijarse".
Puedo encontrar armas de fuego en la feria?" Ante la pregunta, todas las miradas se vuelven esquivas. Nadie quiere descubrir uno de los grandes secretos del comercio clandestino del mercado. Sin embargo, entre el rumor de los que no quieren convertirse en delatores, se oye un susurro. "Si usted las busca, las encuentra. Sólo tiene que fijarse".
En las calles estrechas o en las grandes avenidas de El Alto, con un radiante sol o bajo una lluvia torrencial, la feria 16 de Julio nunca pierde su carácter único. Caminando entre sus puestos, se puede encontrar desde una aguja hasta la pieza de un avión de la Segunda Guerra Mundial, pasando por helados de cerveza, sándwich de chorizo o muñecas que sobreviven desde la década de los 80. De ello se enorgullecen los vendedores que, sin querer, han generado una enorme familia de comerciantes.
Son 338 las hectáreas que abarcan casi todo el territorio de El Alto y que convierten a esta feria, la de la avenida 16 de Julio, en la más grande de Bolivia. El fervor mercantil comienza con las primeras luces del día, cuando los comerciantes recogen fardos de mercancía en enormes sacos y los acomodan en sus puestos, mientras se preparan para afrontar una jornada de incesante actividad.
Miles de personas se agolpan por las calles, buscando objetos inimaginables o con la simple curiosidad de encontrar algo que estimule sus sentidos. Quizá una blusa de colores, una lámpara para leer o un sofisticado bolso de cuero. Es el caso de Miriam Fernández, una joven hispano-francesa que vive en La Paz y que ha encontrado en estos bolsos una buena fuente de ingresos. "No sé cómo se me ocurrió, pero me di cuenta de que los bolsos que hay en el mercado de El Alto iban a gustar mucho en mi país". Y así comenzó a colgar estos productos en páginas de subasta de internet. "Un bolso que en el mercado de El Alto cuesta de 15 a 30 bolivianos, se puede llegar a vender por 150 euros en Francia". Y es que los productos de estilo "retro" de la feria, en los que poca gente repara, se han convertido en una auténtica revolución en el antiguo continente.
Fuente Red ARBOL & VJMEspanol
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