A pesar de los importantes avances normativos para la protección y garantía del derecho de todo ser humano a la alimentación, en la práctica, su ejercicio se ve afectado especialmente por la escasez de recursos y las desigualdades en su distribución, lo que tiende a agravarse ante el cambio climático. Conforme evidencian los datos, la situación de pobreza, hambre y malnutrición en el país es preocupante y genera varios desafíos, señala el estudio de la Coordinadora de la Mujer.
Casi 2 de cada 3 bolivianas y bolivianas viven por debajo del umbral nacional de pobreza. Alrededor del 35 por ciento de los bolivianos, en su mayoría indígenas, viven en la extrema pobreza, con ingresos insuficientes para costear la canasta básica.
Aunque Bolivia tiene cuantiosas riquezas naturales, el alto grado de extrema pobreza en que viven gran parte de la población significa que hay millones de compatriotas que siguen siendo tan pobres que no pueden siquiera pagar la alimentación suficiente para cubrir las necesidades diarias de calorías requeridas para una buena salud.
El mismo patrón preocupante se observa entre las nuevas generaciones dado que de cada 4 niñas y niños más de 1 tiene malnutrición crónica, dato que empeora en el caso de las familias pobres de zonas rurales y entre pueblos indígena originario campesinos. Adicionalmente, 8 de cada 10 niñas y niños de seis meses a dos años tiene anemia.
En el caso de las mujeres, la situación de pobreza y malnutrición se agrava por un contexto mundial y nacional de feminización de la pobreza y por las inequidades de género en el acceso y gestión de los recursos, alimentos y la tierra, señala la investigación.
Según la Coordinadora de la Mujer, la FAO en 2008, los hogares encabezados por mujeres son más vulnerables a las alteraciones de los precios de los alimentos y se ven seriamente afectados ante el incremento de los productos de la canasta familiar.
Y alrededor de 119 millones de personas en el mundo sufren hambruna severa debido a la subida del precio de los alimentos y de acuerdo al Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), de cada 10 de estas personas 7 son mujeres y niñas.
A pesar de que las mujeres rurales producen entre el 50 por ciento y 80 por ciento de los alimentos del mundo, son dueñas de menos del 10 por ciento de la tierra y reciben menor paga por su trabajo en parcela.
En el caso específico de Bolivia, en casi todos los departamentos existen más mujeres rurales pobres que hombres rurales pobres, destaca el estudio.
Las brechas de género existentes en el acceso a la tierra y a los recursos económicos y naturales obstaculizan el empoderamiento de las mujeres, afectan su autonomía, el ejercicio de su derecho a la salud y son problemática fundamental para la seguridad alimentaria en el país.
Mientras existan mujeres, hombres, niñas y niños viviendo bajo el umbral de la pobreza y sin acceder a la mínima alimentación requerida para una vida sana, alcanzar el desarrollo inclusivo y sostenible de los pueblos será una realidad lejana, subraya el informe.
Casi 2 de cada 3 bolivianas y bolivianas viven por debajo del umbral nacional de pobreza. Alrededor del 35 por ciento de los bolivianos, en su mayoría indígenas, viven en la extrema pobreza, con ingresos insuficientes para costear la canasta básica.
Aunque Bolivia tiene cuantiosas riquezas naturales, el alto grado de extrema pobreza en que viven gran parte de la población significa que hay millones de compatriotas que siguen siendo tan pobres que no pueden siquiera pagar la alimentación suficiente para cubrir las necesidades diarias de calorías requeridas para una buena salud.
El mismo patrón preocupante se observa entre las nuevas generaciones dado que de cada 4 niñas y niños más de 1 tiene malnutrición crónica, dato que empeora en el caso de las familias pobres de zonas rurales y entre pueblos indígena originario campesinos. Adicionalmente, 8 de cada 10 niñas y niños de seis meses a dos años tiene anemia.
En el caso de las mujeres, la situación de pobreza y malnutrición se agrava por un contexto mundial y nacional de feminización de la pobreza y por las inequidades de género en el acceso y gestión de los recursos, alimentos y la tierra, señala la investigación.
Según la Coordinadora de la Mujer, la FAO en 2008, los hogares encabezados por mujeres son más vulnerables a las alteraciones de los precios de los alimentos y se ven seriamente afectados ante el incremento de los productos de la canasta familiar.
Y alrededor de 119 millones de personas en el mundo sufren hambruna severa debido a la subida del precio de los alimentos y de acuerdo al Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), de cada 10 de estas personas 7 son mujeres y niñas.
A pesar de que las mujeres rurales producen entre el 50 por ciento y 80 por ciento de los alimentos del mundo, son dueñas de menos del 10 por ciento de la tierra y reciben menor paga por su trabajo en parcela.
En el caso específico de Bolivia, en casi todos los departamentos existen más mujeres rurales pobres que hombres rurales pobres, destaca el estudio.
Las brechas de género existentes en el acceso a la tierra y a los recursos económicos y naturales obstaculizan el empoderamiento de las mujeres, afectan su autonomía, el ejercicio de su derecho a la salud y son problemática fundamental para la seguridad alimentaria en el país.
Mientras existan mujeres, hombres, niñas y niños viviendo bajo el umbral de la pobreza y sin acceder a la mínima alimentación requerida para una vida sana, alcanzar el desarrollo inclusivo y sostenible de los pueblos será una realidad lejana, subraya el informe.
Fuente: Erbol
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