Comandante de la Policía Boliviana decide enjuiciar a comunarios de Mallku Qota por tortura

El comandante de la Policía Boliviana, coronel Víctor Maldonado, anunció hoy que iniciará un proceso judicial contra comunarios de Mallku Qota que participaron del “secuestro y tortura” de los policías José Carlos Mazo y Guillermo Paillo.

“El Comando General ha decido extremar todos los esfuerzos necesarios a través de nuestro equipo jurídico para que vayamos a las instancias correspondientes y que los operadores de la justicia no dejen este caso en la impunidad porque se trata de un hecho de lesa humanidad y tortura a mis camaradas, esto no es justicia comunitaria, tienen que entender que es un delito”, manifestó Maldonado, en entrevista con la Red Erbol.

El pasado 5 de mayo, el policía Mazo, junto a otros efectivos, fue a entregar cinco notificaciones a algunos pobladores de Mallku Qota, donde según su testimonio, las esposas de los convocados por el Ministerio Público empezaron a gritar y los lugareños reaccionaron de inmediato hasta lograr atraparlo. Dos días después, su colega Paillo, corrió la misma suerte en una avanzada de rescate que intentaba ingresar al lugar en una ambulancia.

“En los cinco días de secuestro, Mazo fue vejado, torturado, fue amenazado de muerte, en el caso del cabo Paillo éste fue sacado de una ambulancia, también secuestrado torturado, vejado, golpeado, agredido, incluso lo quisieron enterrar vivo. Los han escupido”, aseveró.

Lamentó que toda la comunidad hay hecho escarnio de sus camaradas cometiendo “delitos de lesa humanidad”.

Testimonios de policías secuestrados

José Carlos Mazo: “Me agarraron, me patearon con zapatos de punta de acero, me taparon los ojos, me sacaron la dentadura, me dejaron inconsciente y ahora tengo el cráneo hundido. Estuve encerrado en un baño, sin ropa y en la mañana me mojaron con balde de agua fría”.

Cabo Guillermo Paillo: “Fui a rescatar en ambulancia de uniforme, me sacaron de la ambulancia, me golpearon, me desvistieron, me sacaron mi billetera, me robaron todo mi dinero del sueldo que había cobrado y me encerraron en un cuarto pequeño. Me quisieron enterrar vivo”.

Erbol