Foto (La Razón)
Luego de ser posesionado, en medio de aplausos y vítores de representantes de organizaciones sociales de El Alto, el exministro de Gobierno, Sacha Llorenti, que solicitó expresamente no responder a los medios de comunicación, se negó a clarificar si fue él quien dio la orden para reprimir a los indígenas del TIPNIS, en Chaparina, en septiembre pasado.  

A momento de tomar juramento como Embajador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la exautoridad aseguró enfáticamente que todas las objeciones presentadas contra su postulación son sólo “mentiras” que un “revolucionario de primera línea recibe”.  

Con la misma seguridad, arremetió afirmando que la “misma gente”, que en septiembre pasado reflejó lo sucedido con los originarios, que fueron brutalmente enmanillados con cinta masquin, es la que ahora cuestiona su designación, ingresando a un “juego político” al cual él habría respondido con “discrecionalidad”.  

“No voy a hablar compañeros, será en otra oportunidad”, aseguró Llorenti ante la insistencia de los periodistas que vieron en esta la última oportunidad para esclarecer estos hechos. Respuestas que daba mientras caminaba por las calles paceñas ante la sorpresa de la propia población.  

“Un revolucionario, querido Canciller, no elige la trinchera que va ocupar; un revolucionario esta en la trinchera en la que se le manda y a mi el Presidente (Evo Morales) me ha ordenado ocupar esta trinchera”, argumentó el exMinistro a tiempo de tratar de justificar su designación.  

Luego de su alocución, que duró aproximadamente 13 minutos, Llorenti lanzó una última frase, quien sabe si como explicación a lo sucedido con los indígenas o como un argumento más a su justificación: “La historia va a poner en su lugar cada una de estas cosas”.  

Las preguntas que no tienen respuestas  

En pasados días, la exministra de Defensa, Cecilia Chacón, planteó las preguntas que quizás se hacen muchos bolivianos. ¿Qué es lo verdaderamente importante? ¿Quién preparó el plan? ¿Quién lo propuso? ¿Quién lo autorizó? ¿Quién lo ejecutó? ¿Quién aplaudió que se ejecutara “limpiamente y sin bajas”?  

Lo cierto es que Llorenti fue liberado de toda culpa, no sólo por la investigación del caso Chaparina, sino también por el desbloqueo de Caranavi donde dos jóvenes colonizadores perdieron la vida luego de la intervención policial y ahora se apresta a partir rumbo a Nueva York (sede de la ONU), donde, en sus palabras; “defenderá los derechos humanos y a los pueblos indígenas”.
 Erbol 
La Paz, 5 septiembre 2012

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