Júbilo. Paulina (izq.) y Sara se fundieron en abrazos |
Salió de su casa a una tienda y apareció en Potosí. Siguió hasta Santa Cruz con una extraña, burlando los controles. La chica se rencontró con su madre ayer.
Sara, una niña de 10 años residente de la ciudad de El Alto, puso en ridículo los supuestos controles estrictos de la Policía en las terminales y en los retenes del país al viajar por su cuenta a Potosí y a Santa Cruz sin ninguna restricción. En su periplo la chica felizmente se topó con gente que posibilitó el rencuentro con su madre.
La historia se inició la noche del domingo, a las 20:00, en la calle Illimani de Alto Lima (tercera sección), donde Sara Sandra vive con sus padres y sus cinco hermanos. Alguien la mandó a comprar huevos a la tienda del barrio pero no regresó. Sus familiares la buscaron hasta bien entrada la noche y al día siguiente avisaron a la Policía.
Entretanto, Sara, que no sabe explicar qué vehículo abordó, amaneció el lunes en la ciudad de Potosí (unos 537 km de La Paz). La pequeña viajera deambuló sin rumbo hasta que una mujer la vio llorando y la atendió.
La benefactora, identificada como Beatriz, estaba por partir a Santa Cruz en un bus y, por alguna razón, decidió traerla consigo a la capital cruceña.
Llegó el martes con la niña sin haber sido objeto de control en ningún punto del camino, ni siquiera en Chuquisaca, paso terrestre forzoso en el viaje al departamento oriental. La desconocida entregó a la niña a los policías de la terminal Bimodal y estos, a su vez, a Radiopatrulla 110.
Luego, la Defensoría de la Niñez y Adolescencia se hizo cargo de la pequeña. La directora Rosy Valencia dispuso la toma de los exámenes médicos respectivos y la entrevista sicológica, que comprobaron su estado saludable. Sara pasó la noche en un hogar, donde la alimentaron y le proporcionaron ropa adecuada para el caluroso clima local.
Entretanto, Paulina Limachi de Apaza (49), puesta al tanto del paradero de su hija, partió sin pensarlo de su tierra y llegó ayer temprano a Santa Cruz. La trabajadora social Paola Dávalos fue testigo del feliz rencuentro de madre e hija.
Final felíz
- Efecto de la canícula. La pequeña Sara sintió ayer por primera vez los efectos del agobiante calor de Santa Cruz, puesto que nunca había salido de su natal ciudad de El Alto. Transpiraba copiosamente, pero se la veía feliz al lado de su madre, que tampoco trajo ropa para el clima tropical.
- Supuesto control. En julio el Gobierno instruyó a la Policía y a la Fiscalía realizar revisiones en los buses, terminales y retenes para frenar la salida de menores.
- Documentos. Los padres o tutores deben presentar en las empresas de transporte sus cédulas de identidad y las de los niños o adolescentes que están de viaje, caso contrario se les prohibirá la salida.
Berthy Vaca Justiniano | bvaca@eldeber.com.bo
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