Un símbolo del automovilismo nacional y orureño. Al mando de su bólido Toyota, se cansó de ganar carreras.

No hubo más camino por recorrer, René Rocha, uno de los iconos del automovilismo deportivo boliviano, y del orureño especialmente, aceleró a la eternidad dejando a los “tuercas” del país de luto y tristes por el compañero y amigo que dio emoción a las competencias deportivas.

El mejor piloto orureño de todos los tiempos, quien con una pericia admirable para conducir se ganó un lugar en el grupo de los seis mejores corredores bolivianos de la historia, falleció el martes por la noche víctima de un problema renal que no pudo superar.

Dos cascos de piloto, uno azul y otro blanco, acompañan el féretro de René Rocha, cuyo velorio se cumplió ayer en el salón del Automóvil Club Boliviano.

Cariñosamente conocido como el “Chato”, Rocha tuvo a su lado hasta el final de sus días a su esposa, María del Pilar Pérez, y a sus tres hijos: René, Jorge y Miguel Ángel, quienes llevan en la sangre la pasión por las tuercas, como su padre.

Esta tarde se dará el último adiós al crédito orureño en el cementerio Los Jardines de la zona de Kantutani, sector Geranios.

EL INCANSABLE DEL PODIO. René Rocha Barbery nació el 16 de abril de 1944 en la capital de Sebastián Pagador, su “tierra querida”, como solía llamarla.

De familia minera, desde muy joven se interesó por el rugir de los motores, pero dio sus primeros pasos en el motociclismo, a principios de la década de los 60, y con apenas 21 años ganó su primer título nacional (1965).

El podio parecía haber sido reservado para él y a partir de ese año consolidó el tetracampeonato en las temporadas de 1965 a 1968.

A fines de 1971 decidió cambiar las dos ruedas por el automovilismo. Quienes lo conocieron cuentan que se motivó por la participación de tres bolivianos (William Bendeck, Jorge Burgoa y Dieter Hubner) en el Rally de Londres a México en 1970. Así ingresó al automovilismo, deporte en el que triunfó en todas las pruebas existentes en Bolivia por ese entonces.

Tuvo un debut auspicioso en la competencia automovilística de La Cumbre, que ganó sin complicaciones, demostrando su aptitud tanto en moto como en auto.

Su ingreso coincidió con una de las grandes épocas del automovilismo deportivo, donde tuvo como rivales a Dieter Hubner, Jorge Burgoa, Armin Franulic, “Chino” Méndez, Óscar Crespo, entre otros ídolos que hacían vibrar al público que seguía cada competencia bajo el relato del también fallecido Julio Lazarte en Cabalgata Deportiva.

A bordo de su Toyota, su marca preferida, ganó el Gran Premio Nacional los años 1974 (con Armando Paravicini de copiloto) y 1979, este último en un duelo palmo a palmo con Armin Franulic.

En 1975, René Rocha incursionó en el automovilismo internacional y junto a Hubner participó en una carrera en el Autódromo de Buenos Aires, y consiguió un honroso cuarto puesto detrás de grandes corredores del vecino país.

Grande como piloto; como amigo fue lo máximo

Familiares y amigos estuvieron ayer en el velorio de René Rocha, muchos recordaron lo bueno que fue sobre las cuatro ruedas, pero hubo más que recordaron lo excelente que fue como persona.

Su hijo, también llamado René, tiene grabada en la mente aquella vez que, como regalo de cumpleaños, lo llevó a una competencia departamental a su lado. “Cumplía 13 años y me dejó correr la vuelta a La Paz, y estar a su lado era lo máximo y el mejor regalo que recibí”, aseguró.

Su esposa, María del Pilar, dijo que “fue el mejor hombre de Oruro, por eso me enamoré de él, era cariñoso, tierno y atento. Lo acompañé siempre en las competencias desde que lo vi correr por primera vez”.

Armando Paravicini, compañero en varias competencias de René Rocha, rememoró con cariño la oportunidad en que un periodista le preguntó a Rocha cuál era su nombre de pila —ya que lo conocían más por su apodo de “Chato”. “¿Quieres saber cuál es mi pila?, pues Rayovac es la pila”, respondió Rocha, quien tuvo la virtud de llevar alegría a todos los lugares a los que acudía, afirmó Paravicini.

Otro piloto que conserva gratos recuerdos de su colega y amigo es Armin Franulic, y entre los más bonitos atesora una fotografía en la que se lo ve levantando a René Rocha entres sus brazos. “Es una foto que la quiero mucho y me recuerda varios pasajes que viví con él”, manifestó.

La otra mirada

COPILOTOS

A lo largo de su carrera, tuvo como copilotos a Mario Mena, Teófilo Calle, Silvia Kushida, Toshi Nakaone y Armando Paravicini.

RÉCORD

En 1984 impuso un nuevo récord de velocidad entre Oruro y La Paz, cubrió el tramo de 230 kilómetros en una hora, 7 minutos y 5 segundos, a una velocidad promedio de 205,714 kilómetros por hora.

TOYOTA

En la década de los 70, la firma Toyota lo reconoció como uno de los máximos pilotos bolivianos del momento, por lo que le otorgó un coche especialmente construido para él y con el que obtuvo varios campeonatos.

HIJO PREDILECTO

Fue distinguido como “Hijo Predilecto” de Oruro y recibió la Medalla al Mérito por sus actuaciones deportivas.

Las frases

"Nos conocimos en Mallasa, él venía representando a Oruro, nunca vi a alguien correr tan rápido, tenía un gran apoyo de su familia y de la gente. Cada triunfo lo dedicaba siempre a Oruro”.

Armando Paravicini / Expiloto

"Desde 1976, cuando me inicié, cada competencia fue disputada palmo a palmo. Lo recuerdo con cariño, fue uno de los pilotos de primera línea, una gran persona que se ganó el cariño de todos”.

Armin Franulic / Presidente de la Febad

Víctor Quispe P.

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