Entre
el Gasolinazo de enero y la reciente represión a la marcha indígena, el
Presidente de Bolivia perdió apoyo dentro de su base electoral. "El
proceso de cambio está herido de muerte", reconoció un legislador
oficialista
La
huelga, que se extendió a los nueve departamentos bolivianos, se produjo en un
momento de fuertes críticas contra el gobierno de Morales, quien vio entre
lunes y martes la renuncia de dos ministros a causa de la represión contra los
indígenas.
La
protesta ha sido "contundente, con todo el coraje y la rabia contra el
gobierno, que no ha cumplido los acuerdos con la Central Obrera Boliviana y los
indígenas", declaró Pedro Montes, dirigente de la mayor agrupación
sindical del país, quien alertó sobre la posibilidad de convocar el viernes una
huelga indefinida.
"Los
que han ordenado y atropellado a los hermanos indígenas deben ir a la cárcel.
Los fiscales y jueces tienen que trabajar en eso", añadió.
La
fiscalía general formó una comisión para investigar la acción policial del
domingo en la Amazonía boliviana, donde fue dispersada la marcha de los
nativos, que llevaban más de un mes marchando hacia La Paz para pedir la
suspensión de una ruta en construcción que pasará por la reserva natural del
TIPNIS, donde viven 50.000 nativos.
"¡TIPNIS,
Bolivia te defiende!", "Evo fascista", "Evo lacayo de las
empresas brasileñas" (que deben construir la carretera cuestionada),
clamaban los manifestantes en eslóganes y banderolas en medio de explosiones de
bastones de dinamita de los mineros, tradicionales en las protestas obreras.
En la noche, tras la masiva movilización,
Morales pidió perdón a los indígenas amazónicos por la represión policial y les
convocó al diálogo para zanjar diferencias.
"Que
me disculpen, que me perdonen. No ha habido ninguna instrucción" para que
sean reprimidos, aseguró Morales desde la casa de Gobierno. "No ha habido
instrucción del presidente" para la acción policial, agregó.
"Quisiéramos
nuevamente convocar al diálogo, estamos aquí para seguir dialogando",
sostuvo el mandatario, que reconoció que las protestas de este miércoles eran
para él "una llamada de atención del pueblo boliviano".
El
gobernante señaló el lunes pasado que el proyecto de construcción de la
carretera se suspendería hasta que haya una consulta en los departamentos
afectados y este miércoles señaló que el TIPNIS, por donde debería pasar un
tramo de 177 km de la ruta, "se respeta para que no haya
avasallamiento" de colonos y cocaleros, como temen los nativos.
Los
aborígenes, que el martes anunciaron que seguirán caminando hasta que el
proyecto sea cancelado de manera definitiva, marcharon este miércoles en el
poblado de Rurrenabaque, unos 400 km al norte de La Paz, en el marco de la
huelga general, constató la AFP.
Las
movilizaciones en La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, las principales ciudades del
país, paralizaron durante varias horas los distintos centros urbanos. Hubo
algunas escaramuzas entre indígenas y partidarios del gobierno, pero no pasaron
de un intercambio de insultos.
Las
fuerzas policiales intensificaron la seguridad en torno al Palacio de Gobierno
y de la Vicepresidencia, en el centro de La Paz.
Mientras,
por un lado, crecen los cuestionamientos al gobierno, grupos sindicales afines
al oficialismo preparan para los próximos días una marcha de respaldo al
presidente. Así lo anunció Simeón Jaliri, líder de la Confederación Sindical de
Trabajadores Campesinos de Bolivia, el mayor sindicato agrario.
En
paralelo, el Congreso boliviano citó a los ministros de la Presidencia, Carlos
Romero, y de Obras Públicas, Walter Delgadillo, a una interpelación el viernes
para que expliquen las gestiones relativas a la polémica carretera.
Diversos
sectores sociales se mostraron además inconformes por considerar insuficiente
la decisión de Morales de relevar a su ministro del Interior, Sacha Llorenti,
sospechoso de ordenar la represión policial contra los nativos.
Desde
una vigilia que indígenas mantienen en la plaza central de Santa Cruz, el
dirigente aborigen Emigio Poiche declaró: "Volveremos a creer en el
presidente cuando anule la carretera por el TIPNIS".
La
Central Obrera Boliviana (COB), ex aliada del gobierno, llamó a una huelga en
rechazo a la represión de los indígenas. El paro fue acatado en las principales
ciudades y acompañado con masivas marchas, las mayores desde enero cuando el
mandatario decretó un aumento en el precio de los combustibles que después
derogó ante el rechazo popular.
A
diferencia de ocasiones anteriores, el miércoles decenas de miles de
manifestantes se volcaron a las calles, en su mayoría sectores populares que
antes apoyaban al mandatario y ahora se muestran desilusionados. Mineros hacían
detonar dinamita a su paso mientras la columna encabezada por obreros,
indígenas, maestros y universitarios se acercaba al centro de La Paz.
"No
estoy en contra del gobierno de Evo Morales, pero estoy en contra de cómo ha
tratado a nuestros hermanos indígenas. Eso no se hace, somos hermanos
todos", decía el minero Mario Alegre mientras la columna de marchistas
coreaba: "Evo decía, que todo cambiaría; mentira, mentira, Evo es la misma
porquería".
La
policía se mantuvo a distancia de los manifestantes y no reportó incidentes.
Los agentes reforzaron la vigilancia en la plaza Murillo donde está el palacio
presidencial en momentos en que el mandatario y su gabinete analizaban la
situación.
Un momento difícil del gobierno
"Evo
era un símbolo muy fuerte para mucha gente, encarnaba principios de justicia,
de derechos humanos, pero ahora esa gente está desencantada. Evo ya no expresa
esos principios. Eso ha cambiado", señaló a la AP Jim Shultz del Centro
para la Democracia, una organización no gubernamental con base en Estados
Unidos y Bolivia.
Morales
llegó al gobierno en enero de 2006 en medio de una prolongada crisis política
que derrumbó a los partidos tradicionales. En octubre de 2003 murieron en las
calles 63 manifestantes y la revuelta popular obligó a dimitir al gobierno
derechista de Gonzalo Sánchez de Lozada.
En
2008 desarticuló un supuesto complot de la derecha para derrocarlo, arrasó en
las urnas en cinco elecciones y emprendió audaces reformas como la nacionalización
de los hidrocarburos y la sanción de una nueva constitución que consagró un
"Estado plurinacional" con más poder para las mayorías indígenas.
Pero
su popularidad comenzó a mermar al iniciar su segundo período en enero de 2010
cuando alcanzó 70% de apoyo. En septiembre, en plena crisis por la carretera en
la amazonia, su nivel de aprobación cayó a 37%.
El
mandatario se tornó desconfiado, arrogante y contradictorio, según analistas.
Aunque con frecuencia asegura que gobierna obedeciendo al pueblo, ignoró los
reiterados pedidos de los indígenas que rechazan la construcción de la
carretera de 300 kilómetros que atravesará el corazón del Territorio Indígena
del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) para vincular los valles
interandinos en el centro con la amazonia en el norte. La reserva es hogar de
tres etnias y los nativos temen perder su hábitat.
"Morales
está viviendo una situación crítica. No creo que vaya a caer porque no hay
oposición política. Continuará más débil mientras la oposición social irá
creciendo. Sólo le queda reconstruir su gobierno incorporando las voces
críticas de las calles", señaló Shultz.
Las
disidencias llegaron al Legislativo, dominado por el partido de gobierno.
"El proceso de cambio está herido de muerte y tenemos que salvarlo. No
podemos convalidar de manera obsecuente y servil con nuestro silencio y nuestro
miedo", señaló el senador oficialista Eduardo Maldonado.
Morales
ha atribuido el rechazo popular a la influencia de elementos externos. El
martes, cuando tomaba juramento a dos ministros, llamó a los sectores sociales
a "no ser instrumentos de la derecha que quiere acabar con el proceso de
profundas transformaciones estructurales".
El
líder de la COB, Pedro Montes, declaró a periodistas que la masiva marcha
"es una respuesta al gobierno que no cumple sus compromisos y un repudio a
la actitud cobarde contra los indígenas".
En
una primera reacción el ministro de Comunicación, Iván Canelas, señaló en rueda
de prensa que todavía se está evaluando la protesta y que el gobierno
"está dispuesto a dialogar".
Fuente:
AFP / EFE
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