Santiago de Compostela, ESPAÑA 3 may (ABI).- El embajador de Bolivia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Pablo Solón, advirtió que el muchos países el litro de agua vale más que el de gasolina, al instar a la comunidad internacional sobre la preservación de este recurso natural declarado un derecho humano.

 A instancias de Bolivia, ese organismo internacional reconoció en el año 2010 mediante una Resolución la necesidad de que toda la población mundial acceda al agua como un servicio público, no de uso mercantilista.

 El siguiente es el texto de la entrevista realizada por la Voz de Galicia, España, al embajador boliviano.

 LA VOZ DE GALICIA (LVG): -Cuesta entender que algo tan básico como el agua no fuera reconocido.

  PABLO SOLÓN (PS): Sí, pero probablemente en el año 1948, cuando se aprobó la Declaración de los Derechos Humanos, era tan obvio que el agua era un derecho que nadie pensó en hacerle una referencia explícita. El tema del agua lleva siendo un problema en la ONU desde hace más de 30 años y nadie quería afrontarlo, primero por la presión del sector privado. El segundo obstáculo era que con el tema del agua no existe una geografía uniforme entre las naciones y, obviamente, al convertirlo en un derecho universal, muchos países tenían que priorizar los derechos humanos por encima sus intereses nacionales.

 (LVG): Cada año se venden en el mundo 200.000 millones de botellas de agua. ¿Qué parte de culpa del problema del agua recae sobre la industria?

 (PS): En sí misma, el agua embotellada no es mala. El problema es cuando a esa botella se le pone un precio que excede su valor real y que eso se haga en función de la demanda que existe. Ya tenemos muchísimos países donde una botella de agua puede costar más que un litro de gasolina. Ahora se empieza a hablar también de barcos-tanques que trasladarían el agua desde los glaciares a otros países. Si esto se hace con fines solidarios está bien, pero si siguen siendo los más ricos los que compren su escasez volveremos a un escenario de extrema desigualdad.

 (LVG): El último informe del FMI asegura que en el año 2030 la demanda de agua excederá en un 40 por ciento los recursos disponibles.

    (PS): La única forma de asumir ese reto es entender que no pueden ser las leyes del mercado las que acaben definiendo quién va a tener acceso al agua y quién no, porque siempre serán los más pobres los que pierdan. Dicho esto, el agua es una gran fuente de conflictos, pero también es una gran oportunidad de unir a los seres humanos, porque la única forma de resolver el problema es desde la solidaridad.

  (LVG): Y en este esquema, ¿qué papel juega la agricultura?

  (PS): Dos tercios del agua potable en el mundo son consumidos por el sector agrícola, por lo que nadie duda que el modelo a seguir es ir hacia una agricultura más sostenible. Algunos opinan que el futuro está en la ingeniería de los alimentos; nosotros creemos que esa opción es peligrosa, porque se desconocen sus efectos, y también porque, como decía Gandhi "la tierra es suficientemente grande como darnos de comer a todos, pero no para alimentar la avaricia de unos pocos". El mundo no puede seguir el paradigma de consumo del Norte o de Estados Unidos porque es insostenible.
(LVG): Precisamente, Estados Unidos es uno de los países que han comenzado a poner límites a las empresas de extracción de agua.
 (PS): Ahí entramos en el desarrollo de la resolución. La resolución ha puesto el dedo en la llaga, pero la herida no ha cicatrizado porque ahora la discusión es la siguiente: Si el agua es un derecho humano, ¿cómo es posible que a alguien se le niegue este derecho porque no tiene dinero para pagarlo? Precisamente esta fue una de las razones por las que la resolución tardó tanto en aprobarse. Yo creo que la resolución es tan solo un principio, pero que el próximo paso, a mi entender, debe ser el convenio.

Redcentral/acl                ABI

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